CUANDO LOS ESTADOS SE VUELVEN TERRORISTAS

 



Columna de opinión de la presidenta de la CUT Santander - Nohora Stella Villamizar Rivera

16 de octubre de 2023




    

    En un mundo donde el terrorismo se ha asociado principalmente a grupos no estatales, es fundamental reconocer que los Estados también pueden convertirse en agentes del terror. A menudo, este aspecto se pasa por alto, pero la historia nos ofrece ejemplos dolorosos de Estados que han perpetrado actos de terror en contra de su propia población.


    Algunos casos que ejemplifican la situación son: en España en la década del ochenta miembros del gobierno, la policía y mercenarioscon crearon la organización parapolicial GAL -Grupos de Antiterroristas de Liberación- que empleaba métodos ilícitos, como torturas y asesinatos; en Chile, la Sentencia de 26 de septiembre de 2006 de la Corte IDH, determinó que agentes estatales detuvieron y ejecutaron extrajudicialmente al señor Luis Alfredo Almonacid Arellano y causaron graves daños a sus familiares, y el Estado no actuó; en Paraguay entre 1974 y 1977 varias personas sufrieron detención ilegal y arbitraria, tortura y desaparición forzada, hechos por los que la Corte IDH condenó al Estado.


    Uno de los rasgos distintivos de los regímenes que aplican el terrorismo estatal es la creación de un clima de inseguridad y caos social. La delincuencia se presenta como una amenaza tan grave que justifica medidas extremas. El miedo se convierte en una herramienta política poderosa que allana el camino para la imposición de un régimen autoritario y violento.


Cuando el Estado se convierte en un agente del terrorismo, el Estado de Derecho se desvanece o se convierte en una fachada. Las instituciones estatales, en lugar de proteger los derechos humanos, se convierten en cómplices de su violación sistemática.


    Otro elemento característico es la promoción del odio hacia aquellos que son percibidos como diferentes. Los grupos vulnerables, como los migrantes, los extranjeros, las minorías étnicas y las comunidades LGBTQ+, se convierten en chivos expiatorios. Se les culpa de los problemas de la sociedad y se alimenta el rechazo hacia ellos. Esta retórica divisoria es una estrategia peligrosa que socava la cohesión social y crea un ambiente propicio para la violencia estatal.


    Además, se fomenta la idea de que la ciudadanía debe tomar la justicia en sus propias manos. Se promueve la idea de que la gente debe armarse y hacer justicia por mano propia. Esta peligrosa narrativa da lugar a la formación de grupos de autodefensa y milicias paramilitares que actúan al margen de la ley y que amenazan la seguridad pública.


    Cuando el Estado se convierte en un agente del terrorismo, el Estado de Derecho se desvanece o se convierte en una fachada. Las instituciones estatales, en lugar de proteger los derechos humanos, se convierten en cómplices de su violación sistemática. Las víctimas de estos actos de terror difícilmente pueden esperar justicia de las mismas instituciones que deberían protegerlas.


    La historia nos proporciona ejemplos claros de Estados que han adoptado estas prácticas terroristas desde el poder. Regímenes como el Nazi en Alemania, el Italiano o las dictaduras en América Latina son ejemplos de situaciones en las que los Estados utilizaron métodos terroristas para mantener su control sobre la población.


    Es responsabilidad de todos nosotros tomar decisiones informadas y aprender de la historia para evitar la repetición de graves violaciones a los derechos humanos. No debemos permitir que el miedo y el odio se conviertan en herramientas políticas.


*Foto: TRO Noticias

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