LA MINERÍA CON SANGRE ENTRA (I)



Columna de opinión Semanal del Departamento de Derechos Humanos de la CUT Santander

28 de junio de 2021


En el segundo semestre del año 2000 se llevó a cabo en Santander, en la región del Páramo de Santurbán, la Operación Berlín, que ha sido presentada desde entonces como una de las más gloriosas victorias militares del Ejército de Colombia. A su cargo estuvo el General Martín Orlando Carreño, comandante de la Quinta Brigada con sede en Bucaramanga, y su jefe el General (r) Eduardo Santos Quiñónez que era el comandante de la Segunda División del Ejército, con sede también en Bucaramanga.


El diario Britanico The Telegraph y Pacifista hicieron una investigación que revela pruebas de posibles violaciones al Derecho Internacional Humanitario, los Derechos Humanos y la Ley colombiana cometidas por agentes estatales en el desarrollo de esta operación.


Según los investigadores, en dicha operación participaron más de 3.000 miembros de distintos cuerpos de las Fuerzas Militares, quienes fueron condecorados por el entonces presidente Andrés Pastrana y los mandos de la época. Su misión fue destruir la columna móvil Arturo Ruiz de las FARC, la cual venía desde el sur del país y según datos de medicina legal estaba compuesta por 141 menores de edad y 220 personas adultas, de las cuales resultaron muertas 28 menores de edad y 50 adultos.


Las evidencias presentadas por la investigación, corresponden elementos que fueron conocidos por la Justicia Penal Militar pero no fueron adecuadamente valorados y tienen fuertes indicios de graves violaciones al Derecho Internacional Humanitario, los Derechos Humanos y la Ley colombiana.


Las fotografías y necropsias coinciden con el testimonio de una menor de edad (ya adulta) que denunció cómo un grupo de militares engañaron a varios grupos de jóvenes y los asesinaron después de que estos se habían rendido y estaban capturados. La sobreviviente afirma que el 29 de noviembre del 2.000, entre las 5:30pm y 6:30pm, un grupo de más de 20 jóvenes habrían sido tendidos en el piso y fusilados. Tambien afirma: “En el radio decían que los mataran a todos, que los rematan, decían en el radio.”. Y esto coincide con la Orden de Operaciones No 046 “BERLÍN” que establecía: “18. Se recaba la disciplina de fuego, concientizar el soldado de que cada disparo debe ocasionar una baja enemiga.”


Además de los engaños, posibles asesinatos y órdenes que pusieron en riesgo los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, también en estos años hubo amenazas contra la familia de la sobreviviente que da el testimonio y Óscar Carrillo Vaca procurador judicial de Ocaña quien pidió investigar a fondo las irregularidades.


Pero lo más grave: está demostrado que el Ejército sabía que esa columna de las FARC estaba compuesta por al menos 150 menores de edad entre 14 y 17 años, y al igual que en los bombardeos realizados en los últimos años en el sur del país, no se tomaron las medidas para restablecer los derechos de estos menores. Al contrario, se acudió a la tesis de las “máquinas de guerra” con la cual se han roto en varias oportunidades los protocolos internacionales, la ley colombiana y el Derecho Internacional Humanitario.


Esta investigación abre la posibilidad de que haya justicia para todas las víctimas de desaparición forzada, montajes judiciales, asesinatos y abusos cometidos por agentes estatales en el desarrollo de la Operación Berlín en Santander. En la próxima entrega de esta columna semanal, publicaremos algunos episodios que han sido compartidos por pobladores de la región de Soto Norte a quienes desaparecieron sus familiares, torturaron, asesinaron, despojaron de tierras y hasta títulos mineros, todo gracias a la maquinaria de guerra que cayó como una desgracia sobre esta región.


Foto: Verdadabierta.com

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